Nos vimos de nuevo, pensaste en volver a mí
me tienes contigo, no sabes lo que aprendí a llorar sin lagrimas, a no creer en
los sueñosa no envolverme en tus besos y en tus caricias porque todas son
mentirasy té quito las ropas, y yo entro en tu cuerpoy juntando las almas, tu
cuerpo y el mío se envuelven en libido


martes, 16 de octubre de 2007


"Sin ser observados, jóvenes encapuchados siguen a las geishas en su camino a las casas de citas." En 1920, el barrio de Asakusa representaba para Tokio lo que Montmartre había sido para París en 1890 y lo que Times Square sería para Nueva York en 1940. Un lugar que permitía el anonimato, la libertad, la deriva; un lugar donde la vida fluía por todas partes, lleno de placeres, sexuales y sociales. La pandilla de Asakusa captura el encanto decadente de ese distrito de teatros de revistas, bares de jazz y burdeles, arquitectura modernista y cines destartalados. Comparada con Dublineses de James Joyce y Berlin Alexanderplatz de Alfred Döblin, esta novela de Yasunari Kawabata retrata la energía desbordante de Asakusa mediante la crónica, el relato popular, las escenas callejeras y un ritmo cinematográfico. Diferente de su obra posterior, se pueden reconocer, sin embargo, ciertos motivos propios: el erotismo, la venganza amorosa, el influjo envenenado de Occidente. Testimonio impar del choque de las tradiciones milenarias de Japón con el florecimiento de la ciudad moderna, La pandilla de Asakusa confirma el carácter universal de uno de los artistas más eminentes del siglo XX.

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